La Organización Mundial de la Salud (OMS) , UNICEF y otros organismos como la AEPED recomiendan una lactancia materna exclusiva de un mínimo de seis meses, a partir de los cuales, los niños empezarían a ampliar su dieta con la introducción de alimentos sólidos o complementarios de forma gradual y suave, respetando los gustos de nuestros hijos. Recomienda así mismo continuar el amamantamiento, haciendo de la leche materna el alimento principal de la dieta hasta el año de edad, y continuar luego como postre dando el pecho hasta los dos años, o todo el tiempo extra que madre e hijos deseen. De esta manera nos aseguramos que los niños están recibiendo todo lo que necesitan, a pesar de una ingesta escasa o que no cumple nuestras expectativas.
El motivo de estas indicaciones parecen basarse en la disminución de las reservas de hierro a partir de los seis meses de vida de los niños, que hay que complementar a través del resto de los alimentos. La leche no deja de ser, por ello, importante, sino que sigue siendo el principal componente de la dieta del niño, ya que le aporta todos los nutrientes. Muchos creen que la leche a partir de entonces es de peor calidad, pero lejos de esta falsedad, sigue siendo igual de buena, ya que se adapta continuamente a las necesidades de los niños. De hecho a partir del año la leche materna contiene más calorías que otras leches, resultando incongruente tales afirmaciones. Lo único que varía es la cantidad de alimento que nuestros hijos necesitan, requieren más nutrientes que se completan con los nuevos alimentos.
Desde los seis hasta los doce meses se recomienda empezar con la toma del pecho y ofrecer luego algo de alimentación sólida. Serán ofrecidos de forma gradual, de uno en uno, separados por al menos una semana, vigilando cualquier síntoma de alergia o intolerancia. Se empezará con pequeñas cantidades ofrecidas en una o dos tomas, y se irá aumentando poco a poco. La alimentación sólida nunca debe sustituir una toma del pecho, pues de lo contrario estaríamos aportando al niño menos calorías. Mientras tome el pecho estará bien alimentado, independientemente de la cantidad que tome de alimento complementario.
A partir de los doce meses se puede empezar a cambiar el orden de las comidas, dando primero el alimento sólido y ofreciendo el pecho de postre. No es necesario que aportemos otro tipo de lácteo en la dieta del niño, ya que la leche materna sigue siendo la mas adecuada y adaptada a sus necesidades, y además le estaríamos dando un lácteo de peor calidad que nuestra leche. El niño tiene que tener su ración aparte, y suele hacer las comidas con un horario ya de adulto, de forma regular, aunque el pecho sigue siendo, en todos los casos bajo demanda.
Las noches pueden que sigan siendo igual en relación a la cantidad de veces que nuestro hijo puede mamar. Depende de la ingesta media de leche que haya hecho al cabo del día, además de ser un modo de compensar el apego con su mama si esta trabaja y se mantiene alejado de su niño mucho tiempo.
Muchas madres de gemelos o con más hijos de distintas edades que simultanean la lactancia, han continuado el amamantamiento por encima de los doce meses confirmando la sensación gratificante que las invade por el intercambio de miradas y comunicación. Sin duda hace que la lactancia sea más bonita y agradecida. Además, los niños cuyas mamas trabajan y tienen que quedar al cargo de escuelas infantiles tienen en la leche materna un cóctel de defensas que le ayudará a mantenerse más saludable en un entorno en el que se dan muchas enfermedades típicas de la edad preescolar.
Prolongar la lactancia mas allá del año no implica nada negativo para la madre ni para sus hijos. El pecho no es solo alimento, sino afecto y comunicación. Pensar que es un vicio es una equivocación.
La lactancia se puede prolongar todo lo que la madre y los hijos deseen. Los niños son los que deberían tener la palabra para decidir cuando dejar el pecho, indicándonos que el desarrollo de su independencia ha alcanzado su tope máximo. Todo destete debe ser de mutuo acuerdo y de forma suave y cariñosa. Cualquier brusquedad puede hacer sentir mal a una madre y a sus hijos, física y emocionalmente. Si tienes dudas puedes contactar con cualquier grupo de lactancia para poder hablar directamente con otras madres en tu misma situación.
Fuente: Multilacta.org


