Este es uno de esos posts personales, lleno de pensamientos y emociones que estaban dando vuelta dentro de mí, y que si no los saco me harán daño.
Mi hija mayor tiene 15 años, la mediana casi 10, y Óliver hace poco cumplió 2 años. La vida pasa volando y lo sabemos muy bien cuando tenemos hijos, dejamos de ver el paso del tiempo en el espejo y lo vemos claramente reflejado en ellos. No nos importa envejecer mientras disfrutemos viéndolos crecer.
Y sí, nos encanta verlos crecer, pero algo dentro nuestro muere de a poco con esto, porque sabemos que esos momentos increíbles ya no volverán. Nos conformamos afirmando que cada etapa es maravillosa y que vendrán días para recordar, pero sabemos que hay ciertos hitos, muy puntuales, que los cambian a ellos y nos cambian a nosotros por dentro.
Ese primer «mamá», el día que dicen «sí» en lugar de repetir NO todo el tiempo, cuando aprenden a saltar, el primer pipí en el orinal, esa noche que durmieron del tirón. Los niños en sí son grandes creadores de momentos perfectos, son generadores de emociones insustituibles. Y los seres humanos solemos recordar con nostalgia cada uno de esos momentos, siempre con mucho cuidado de no quedarnos a vivir en el pasado.
Yo ahora mismo siento vértigo, porque ya tuve mi tercer hijo, ya viví un parto increíble, perfecto, lactancias duras y bonitas, hemos dormido del tirón, hemos visto dar primeros pasos, escuchamos primeras palabras y desde hace casi 16 años tenemos en casa vocecitas finitas, juguetes y situaciones graciosas a diario. Pero cada vez que abro Instagram y veo una mamá embarazada, que siente pataditas, un posparto con un pequeñísimo bebé y una criatura gateando por primera vez no puedo evitar pensar «yo jamás volveré a vivirlo en esta vida» y ¡zaz!» algo por dentro hace crack.
No quiero que me digas que aun estoy viviendo ‘esos días’, lo sé, aun queda mucho por ver y por sentir, pero me he vuelto adicta a esas emociones, a esas primeras veces, a esos bebés. Y me encantaría volver a vivirlo todo, todo.
Te digo a ti, futura mamá… que va a tener el primero, que aun tiene todo por delante: disfruta, mucho, porque estás viviendo la mejor parte de tu vida.
Noches sin dormir, grietas en el pezón, cólicos, entuertos, no poder vestirte y estar todo el día con la teta fuera, no poder salir ni verte con amigas «como antes», no tener tiempo para la pareja, no irte de vacaciones… y muchos ‘noes’ más. Te lo prometo, recordarás esto como la mejor parte de tu vida.
Fotos de Luciana Hoffmann
